EL MIEDO
EL MIEDO
“…aterrorizados
ante la posibilidad de sufrir, compungidos por la contingencia de perder
comodidad, afecto o éxito vamos viendo pasar los trenes de nuestra vida”
El
MIEDO es una emoción eficiente, ya que nos ayuda a evitar o escapar de los
peligros que nos acechan en nuestro avance rutinario del día a día. Pero
también se puede convertir en un obstáculo primordial para conseguir encaminar
nuestro proyecto de vida.
¿QUÉ
NOS PUEDE PRODUCIR MIEDO?
Es
sencillo cuando diferenciamos los “miedos innatos” o “miedos reales”, comunes a
la mayoría de nosotros y con unas consecuencias propias de poner en marcha conductas
de evitación o escape.
Pero
también se dan los “miedos individuales”, propios de cada uno, con sello
personal, derivados de las diferentes experiencias y momentos vividos en
nuestro desarrollo.
Ante
estas situaciones, percibimos una baja capacidad de control y malestar que en
otros momentos se disfraza de una pesada y en ocasiones, agónica preocupación y
nos impide disfrutar y valorar los buenos momentos del día a día.
MIEDO A LA SOLEDAD
La mayoría de las personas
hemos percibido en algún momento esta sensación de soledad. Probablemente, sea
uno de los estados más difíciles de experimentar e intentamos buscar medios que
nos ayuden a evitar esas emociones.
El tema central, está
relacionado con el abandono y carencia de relaciones sociales satisfechas.
El ser humano es un ser
social por naturaleza y necesita del contacto de los demás.
Con el fin de evitar estas
situaciones, buscamos vínculos afectivos impulsivos o sin criterios con nuestra
forma de ser.
Algunos recursos que nos
pueden ayudar para disminuir esa sensación desagradable, pueden estar
relacionados con:
Identificar los sentimientos
en cuanto a, estar solo o sentirse solo, éste último proviene de un estado
mental en el que es bueno trabajar la capacidad personal, emocional y afectiva.
Sacarle partido a la soledad,
buscarle el lado positivo, trabajar en lo que nos gusta, aumentar el propio
potencial, relajarse y descubrir lo mejor de uno mismo.
No aislarse y mantener
contacto con las personas más cercanas. En ocasiones, crear momentos de
conexión con personas desconocidas o de menos relación, puede influir
positivamente en nuestro bienestar.
MIEDO
A SENTIRNOS INFERIOR A LOS DEMÁS
Este
miedo se traduce a no ser querido, apreciado, reclamado por los demás.
Se
refleja diariamente en las redes sociales, principalmente en la población
adolescente y juvenil, en una lucha desesperada por conseguir un “me gusta” de
sus videos, fotos, comentarios, etc
Esta
situación se ha convertido en su referente principal, en cuanto superioridad o
inferioridad con “el otro”. No poder hacer lo que los demás hacen o no poseer
los bienes materiales que logran los otros, los hace sentirse débiles y
vulnerables.
Esta
situación puede llevarlos a un comportamiento asocial, disminución de relación
con los demás, a esconderse en una gran mentira virtual que van a estar
persiguiendo de forma real y exigente, sin llegar a complacerse de lo que tiene
más a mano y sustancial, o también a una depresión encubierta en un mal humor y
holgazanería.
La
solución podría estar en eliminar redes sociales o librarnos del móvil durante
grandes temporadas, pero como ello no va a ser factible, reflejamos algunas
estrategias que podrían ayudar.
Reconsiderar
los puntos de referencia.
Ser
conscientes de lo que distingo como mi estándar y analizar la realidad de la
situación. Preguntarnos qué información tengo de esto. Conocer o ser consciente
de la información precisa que refleja lo que está sucediendo.
Practicar
la gratitud. La gratitud es una especie de exterminador de la envidia, cuanto
más se practica, más valoramos lo que tenemos y menos comparaciones hacemos con
los demás.
MIEDO AL FRACASO
Se define como el miedo a
cometer errores, equivocaciones que pueden arrastrar consecuencias en nuestra
actividad diaria.
Esta situación nos lleva a
evitar acciones y situaciones nuevas y enriquecedoras. Desplegar la creatividad
posponiendo proyectos a nivel laboral y emprendedor. Eludir nuevos contactos y
relaciones sociales, por miedo a no ser compatibles con ellos o no cumplir con
sus expectativas.
Esta situación nos lleva a
sentirnos insatisfechos, al no experimentar aquello que deseamos y no poder
afirmar nuestra valía en lo que realmente nos gusta y nos define.
Para ello es conveniente
confiar en nosotros mismos, eliminar nuestras voces críticas interiores que son
las que alimentan nuestros fracasos y sustituirlas por una actitud y cuidado
hacia nosotros más positivo.
Modificar el concepto de
fracaso hacia un punto de vista más activo, de aprendizaje, crecimiento y
oportunidad.
MIEDO AL COMPROMISO
El miedo al compromiso se
puede entender como la evitación de relaciones a largo plazo o la falta de
implicación emocional con las relaciones sociales.
Suele expresarse en forma de pensamientos y
emociones contradictorios que llevan a un malestar emocional a quien lo padece.
Como en todos los miedos, se
dan pensamientos negativos, que no tienen por qué ser reales, pero llegan a
influir en nuestras expectativas y provocar decisiones poco acertadas.
Por ello es importante pararse a reflexionar,
analizar la situación, contrastar información, con el fin de modificar aquellos
pensamientos que me conducen a este miedo.