Niños con miedo a salir a la calle : la otra cara de la realidad
Niños
con miedo a salir a la calle : la otra cara de
la realidad
Miles de niños han salido al calle después de semanas de confinamiento pero otros prefirieron no salir.
Porque algunos niños pueden sentir miedo a salir a la calle.
Los expertos insisten en que este tipo de situaciones hay que abordarlas desde el primer momento,
fomentando espacios de diálogo con los menores
Víctor
no quiere salir a la calle. Ha pasado 6 semanas encerrado en su casa
de un pueblo de la sierra de Madrid y no es que se haya acostumbrado
y no sienta ninguna necesidad de salir a dar un paseo…es que la
sola idea de salir, le genera ansiedad.
La
madre de Víctor, nombre ficticio de este niño de 8 años, ya me
habló de los miedos de su hijo hace tiempo. Cuando llevábamos dos
semanas de confinamiento, el niño ya empezó a dar algunas señales,
tal y como ella relataba:
“Dice
que cuando acabe el estado de alarma él ya no va a querer ir nunca
más al parque ni al colegio, que le da miedo salir a la
calle o acompañarme a la compra. Es hablar del tema y se refugia en
su cuarto y se pone a jugar él solo tan feliz.”
Primer
error: quitar importancia el miedo de un niño
Después
de contarme la experiencia que estaba teniendo en casa con su hijo,
la madre de Víctor continuó con una disertación sobre lo que ella
creía que se había hecho mal y lo que había provocado que su hijo,
que siempre había sido un niño sociable y alegre, se hubiera
convertido en un niño miedoso y atormentado.
“Es
que para que los niños entendieran que había que quedarse en casa
nos han pintado todo tan feo, tan terrible ahí afuera, nos han
hablado de lo peligroso que es salir a la calle, de los riesgos que
corremos de contagiarnos, que es normal que ahora tenga miedo a
salir; porque tiene miedo al coronavirus, tiene miedo a contagiarse,
a contagiar a sus abuelos….bueno, imagino que ya se le pasará, no
le voy a hacer mucho caso porque así parece que le estoy dando más
importancia de la que tiene el tema. Son miedos absurdos de
niño. Estoy segura de que cuando empiece a notar que hay más jaleo
por la calle, que otros niños pasan con sus patinetes y bicis por
delante de casa se irá dando cuenta de que no tiene sentido tener
miedo”.
Las
palabras de esta madre me devolvieron a la cruda realidad de la falta
de competencias emocionales de tantos progenitores. No es culpa de
nadie, es simplemente fruto de una cultura en la que más
que enseñarnos a identificar y gestionar las emociones, se nos
ha acostumbrado a esconderlas debajo de la alfombra; con mayor motivo
si estas emociones son -como el miedo- incómodas.
Imagino
que ya se le pasará, no le voy a hacer mucho caso porque así parece
que le estoy dando más importancia de la que tiene el tema.
Basta
con preguntar a cualquier psicólogo infantil qué podemos hacer los
padres cuando nuestros hijos manifiestan un miedo como el de Víctor
para darnos cuenta de que vamos por muy mal camino si usamos la
estrategia de "no hacerles mucho caso para no darle demasiada
importancia al tema". Así lo explica la psicóloga
infantil Neus Folguera, del centro de psicología El
Trèvol,
de Barcelona.
“Los
padres desarrollan el papel protector y afectivo para estos niños y
niñas, necesitan que se les dediquen tiempo a escuchar
cómo se encuentran, qué les ocurre y a que tengan un sostén seguro
donde apoyarse. Vemos en ocasiones roles paternales o maternales que
les cuesta empatizar con los miedos de los hijos, acompañar la
frustración porque habitualmente los progenitores también tienen
estos miedos
o frustraciones. Y esto hace referencia a que la limitación está en
el adulto, en reconocer sus capacidades y limitaciones y esto es lo
que proyecta al pequeño. Por esto es tan importante nutriste,
aprender, cuestionarse, leer y compartir respecto a la paternidad y
maternidad”.
Aprender
qué es el miedo
Los
padres deben entender que el miedo no es una emoción negativa que
debemos esconder sino, como explica Folguera, “que es una respuesta
adaptativa del ser humano que nos permite adaptarnos al entorno que
vivimos y por lo tanto ese miedo nos protege de situaciones
amenazantes, nuevas, extrañas, es importante que podamos validar
y escuchar el miedo que tengan los hijos e hijas. Recordemos más
que nunca que el miedo es protector y si no nos sobrepasa nos
mantiene alerta”.
Aprender
qué es el miedo sería por tanto el primer paso para poder ayudar a
nuestros hijos a gestionar ese miedo a salir a la calle; el segundo
sería generar en casa un espacio de diálogo en el que el niño se
sienta libre para expresar sus sentimientos.
“Es
importante poderles comunicar que es muy positivo que expresen sus
miedos", explica Folguera, "ya que esto ayuda a entender la
situación y que puedan explicar a qué tienen miedo concretamente,
poniendo situaciones concretas. Las madres y padres deberán ofrecer
una mirada atenta con lo que les están comunicando, a su altura, sin
prisas e intentando entender lo que el hijo comunique y
haciéndole saber que les hemos entendido. Es muy positivo poderles
decir que los mayores también tenemos miedos y que ayuda poder
expresar los miedos y hacer algo con ellos, por ejemplo, ofrecerles
opciones como hacer un dibujo de sus miedos, cuentos que hablen sobre
los miedos, construir una caja donde poner allí todas las cosas que
le preocupen y hacer un ritual para que se queden allí, estar a
solas con la madre y explicarle detenidamente, abrazar a su peluche
preferido, hacer unas respiraciones profundas, etc.”
De
modo que la decisión que había tomado la madre de Víctor de no
hacer demasiado caso a su hijo para no darle importancia al tema y
creer que el miedo desaparecería solo, es un error. Los niños
necesitan el acompañamiento de sus padres para abordar el miedo
como un proceso…porque necesitan tener libertad para hacer
preguntas y obtener las respuestas adaptadas a su edad.
Fuente: Niusdiario.es